Estoy convencido de que todo
tenemos bondad dentro de nosotros, que todos somos buenos, pero la vida nos
distrae de esta bondad.
He visto y he conocido a personas
que cada vez que escuchan la recitación del Corán lloran y lloran y cual niños
los aprieto contra mi pecho y escucho sus sollozos… ellos recuerdan sus pecados
y faltas. Prometen volverse a Dios, se vuelven y pronto se alejan, luego se
vuelven y se alejan… A mí eso me interesa mucho, porque me indica que poseen
dentro de ellos mismos esta semilla de bondad, de ser buenos y estoy segura que
un día se volverán definitivamente a Dios y dejarán el camino de la aberración.
El sentido religioso está latente y
creo que no hay verdadero infiel. Hay gente preocupada por lo mundano y nada
más, pero en el corazón de todos está esta semilla que nos vincula a Dios. Es
hora de hacerla germinar y volverse a Dios.