En más de una oportunidad dije a
usted que soy del mundo. La vida para mí ha sido un viaje que sé, perfectamente,
cuándo ha comenzado y solo Dios sabe cuándo va a terminar. Ni me cansé de tanto
viajar, ni las rutas se cansaron de mi circulación por las mismas. Sin
pretenderlo y sin planificación alguna he viajado y he vivido en muchos países.
Todos me gustaron. La gente de cada país, en que he vivido, ha sido muy amable
conmigo. A esta altura de la vida, no sé cuál país amo más. He vivido a fondo
en todos los países. Me he metido en la cultura de cada uno. Para ser sincero,
quiero confesaros: no existe país malo, tampoco su gente. Somos nosotros y
nuestras vivencias que nos llevan a decir y catalogar injustamente a mucha
gente y muchos países.