Reflexiones: Sami El Mushtawi |
Cierta vez, Abu Bakr As Sidiq (que Allah esté complacido con él) se encontró con un compañero suyo que estaba llorando, le preguntó: "¡Hanzalah! ¿Por qué lloras?" Respondió: " me siento un verdadero hipócrita ". Abu Bakr le dijo: "¿Por qué?” Hanzalah dijo: “Cuando estamos con el Mensajero de Allah me siento como estuviera en el Paraíso, pero una vez que volvemos a casa y comenzamos a cuidar de nuestras mujeres, nuestros hijos, no me siento como antes”. Abu Bakr dijo modestamente: "Admito que siento lo mismo, vamos a ir a ver al Mensajero de Allah". Se fueron donde el Profeta y le contaron el caso. El Mensajero dijo: “Sabed que en cuanto a nosotros, los Profetas, se trata nuestros ojos duermen pero nuestros corazones no. En cuanto a vosotros, hermanos míos, dedicad un tiempo para la vida de este mundo y otro tiempo para los actos de adoración. Sabed que si permanecierais en el estado en el que estáis cuando estáis conmigo, los ángeles os saludarían dándoos la mano y os visitarían en vuestras hogares”.