jueves, 15 de octubre de 2015

En torno a la hégira

Reflexiones: Sami El Mushtawi

Después de haber dejado La Meca rumbo a Iazrib, más tarde llamada Medina, el Profeta hizo un alto en la tienda de una mujer que se llamaba: Umm Maabad. De ella, Muhammad, la paz sea con él, solicitó algo de leche para mitigar su hambre y su sed. Umm Maabad se excusó de no tener nada que darle diciendo que su única oveja no tenía leche y que sus ubres hacía tiempo se habían secado. El Profeta pidió ser llevado hasta donde la oveja, se acercó y acarició las ubres. Al instante éstas se llenaron de leche y todos los presentes pudieron beber hasta quedarse sin poder ingerir ningún sorbo más.